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3er. Día

  • Foto del escritor: Paula Vanessa Pastrana Cubillos
    Paula Vanessa Pastrana Cubillos
  • 19 sept 2017
  • 4 Min. de lectura

"Amaneció, y ojalá hubieran visto el paisaje perfecto que me regalo esta mañana, un sentimiento de renacer, oportunidad, y un aroma a libertad danzando en el viento, como aquel pétalo que va cayendo y aquella semilla, renaciendo"

2:47 a.m, yo intentando alcanzar el celular de mi mamá para descartar la alarma de la famosa pastilla del dolor, antes de que empezara a sonar y la despertara, mientras veía mi serie "Bates Motel" e intentaba hacerle "chancuco" a las voces de los mil yo que albergan en mi mente. Finalmente, al cabo de 40 minutos, logré dormir. 7 a.m, la pasta del dolor, mi mamá muy hermosa como siempre, lista para ir a trabajar, insegura de dejarme sola, se despide, me deja todo cerca y se va. Una vez más, me duermo al instante. 9 a.m, el calor y desespero por bañarme, y pararme de este sofa cama me invaden y comienzo, me decido a dejar la comodidad y demostrarme a mi misma que si podía, que el dolor era mental y tenía que lograrlo. Me agarro la pierna con una mano, mientras me las ingenio para moverme y bajarme del sofá, me siento y pienso bien que haré. Agarro mis muletas, cojo un asiento de plástico (no se ni como), me meto el cepillo de dientes, jabón y cuchilla, en la pantaloneta y comienzo mi travesía al baño. Después voy a la cocina a prender el calentador, dejar un vaso con agua a la mano para las pastas, agarro una bolsa verde gigante que me debo colocar en la pierna, busco el micropore para lo mismo y me acuerdo de la inyección tipo vacuna. Me había pasado casi 4 horas, de la hora en la que debía aplicármela y sin pensarlo, porque que el que piensa pierde y más yo que ODIO las inyecciones; me lavo las manos, limpio mi brazo y me la aplico, no se ni como lo hice pero no me dolió, me sentí la niña más grande y fuertotota del mundo, lo quería gritar a los 4 vientos y se lo tenía que contar a mi mamá. prosiguiendo con lo anterior, saqué la ropa, me desnudé y que problemón ponerme esa "chuspa", a demás de lo ridículamente hermosa que se me veía en la pierna y la risa que me daba verme así. Llego al baño, me siento y comienzo a lavarme el pelo, afeitarme y mientras el agua caliente me mama gallo, le sigo inventando la madre al dolor. Finalmente termino, salgo y me toca secar las muletas porque como me toca bañarme con la puerta abierta, siempre vuelvo una piscina toda la casa y las muletas se resbalan. Me siento, me visto, organizo, doblo todo lo de la cama y soy feliz.

Al medio día mi madre llega con una persona que me cuidará los próximos 5 días, ya que ella tiene que volver a la ciudad donde vive y no quiere dejarme sola. Al cabo de 30 minutos llega el fisioterapeuta a revisarme e indicarme los pasos a seguir para la recuperación. Inmediatamente me expone al ridículo frente a mi mamá y digo ridículo no porque llorar lo sea, sino por lo ridícula que me siento al no poder o más bien, no saber alzar mi pierna, como si nunca lo hubiera hecho, como si fuera una bebe aprendiendo a caminar, como si los "super músculos" que tanto lucían, nunca hubieran existido y es como.. ¿Esto es real?, ¿seré tan débil?, no valgo m.. Y discúlpenme si estoy siendo dramática, si yo fuera ustedes diría: "ah que mamera esta vieja, nada que ver", pero todo lo que escribo aquí es real, es lo que siento, con errores de ortografía, con palabras callejeras y con todo el drama que odio en una persona. Intentando dejar el drama a un lado y volviendo a la experiencia, me enseñó a caminar con las muletas, sin ponerle peso a la pierna, solo haciendo la mímica, me dejó muy claro que si quería recuperarme rápido debía ser una "macha" y hacerlo con dolor, lagrimas y todos los sentimientos que me generarán, que debía esperar un año para jugar (cosa que ni los locos harán), espero estar en 6 meses ya tocando grama; y que debía ponerme hielo cada hora. Después de hacer los ejercicios, logré dormirme un rato con la pierna un tanto estirada y cuando desperté, ya estaba en completa extensión. Feliz de la vida porque era un avance muy grande para mi, retomo ejercicios, mientras mi madre y las anfitrionas, preocupadas por mi llanto, y sin saber que hacer, intentan dejarme sola, hablarme, darme agua, darme ánimos, hacerme parar y en fin... Logro terminar, ponerme hielo, comer, tomarme las patas y culminar esta entrada de hoy.

Quisiera terminar con un mensaje que me regalaron esta mañana, de una mujer que sin conocerme me ha ofrecido su apoyo y que me hizo repensar muchas cosas:

"Recuerda que los fénix llegan a su punto mas frágil para renacer con más fuerza, más belleza Y para volar más alto, siendo así esta la prueba que te forjó, para mañana ser mejor y más fuerte, con toda campeona!"

Laura Galofre Moré.

 
 
 

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