29vo. Día
- Paula Vanessa Pastrana Cubillos
- 15 oct 2017
- 3 Min. de lectura
“¿El poder lo tienes tú o tu fé?”

10 a.m, creo, me levanto, reviso el cel y ¡uh!, si había cupo para irme en el bus con el equipo, iban a jugar en Bucaramanga y como Jose iba a estar allá, me haría la terapia mientras jugaban el partido para no perder otro día, no sé como lo iba a hacer pero igual me quedé con la duda, porque me había escrito el DT a las 6 a.m confirmándome el cupo y había que estar a las 7 a.m e igualmente me levanté muy tarde y ¡ya pa’ que!, aparte que me levanté con dolor y no había pasado una buena noche. Si, otro día perdido de la semana, 0 y van 3. Como las peladas no estaban, nos tocaba ponernos el delantal hoy a la ridiculísima y a mí, las mejores chefs del mundo mundial y para poder comer tipo 3 p.m, teníamos que empezar masomenos YA a “cocinar”, si es que se le puede llamar así. Subimos, las escaleras más largas de mi vida. Si, subí en muletas, imaginen lo hermoso y seguro que fue. Después de una charla un poco dramática y extensa sobre el menú de hoy, empezamos con la primera odisea: El arroz. ¿Es más agua que arroz o más arroz que agua?, solo quería poner a prueba la inteligencia de la ridiculísima y bueno, le atinó, no recuerdo como era, pero le atinó. Seguimos con la segunda odisea: La pechuga. ¿Cómo hacemos la pechuga? Y como siempre, salí al rescate, le ofrecí varias formas de lograr un plato exquisito de pollo, no quiso decidir, así que decidí hacer pollo desmechado y bueno, terminamos y comimos como a las 6 p.m. ¡Ja!, mentira, ridículos. Juro que estábamos decididas a hacer el plato más exquisito y limpio, estábamos concentradas y dedicadas a desmechar bien el pollo y revolverlo con el guiso ya casi listo, pero no, tenía que leerme la mente la ridiculísima, después de 1324354656 horas desmechando ese ¡”#$%$% pollo, en lo único que pensaba era en tirar esa ¡#”$# así, terminarla de cocinar y comer rápido, así que bueh, la ridiculísima lo sugirió y después de rogarme mucho, tiramos esa “!$%”$%&$ así y se lo tomó muy a pecho porque casi tira hasta el hueso, joda, una falta de respeto, que poco profesional es, pero bueh, toca entenderla y aceptarla así. Tiramos esa mondiu en la paila, terminamos de hacer los patacones o como se le llame, la ridiculísima compro una pony y listo, a tragar. El mejor arroz, el mejor pollo y los mejores patacones, ya nos podemos casar, ¡No, gracias, ridícul@s! Terminamos, organizamos la cocina y nos sentamos a hablar ¡#$#%$, me enseñaron a “danzar”, los fantasmas se alborotaron, azotaron la puerta y bueh, ¡las que se van! Porque tu madre se va a quedar más tiempo en ese apartamento. Salimos tan rápido que se nos olvidó guardar lo que había quedado de nuestra super comida, osea, casi que toda la pechuga se perdió, porque somos tan hambrietas que la hicimos toda, somos unas Marlas, nada que ver. Bajamos, igualmente de hermoso y seguro, comenzamos a hablar de lo que había pasado, que miedo, ya estaba yo lista para coger a muletazos a esos pinches fantasmas, pero aja, la ridiculísima estaba muy asustada y no la iba a dejar bajar sola, se podía caer y morir, y pues no, no podía después con el sentimiento de culpa.

Nos enteramos que el equipo perdió 1-0, así que el global había quedado 2-2, pero por juego limpio no pasábamos a segunda ronda y empezamos con el estrés, ¿ahora qué?, ¿nos irán a sacar a todas?, ¿qué pasará conmigo?, ¿me tocará sacar el chuky que hay en mí para no irme?, en fin, teníamos que esperar a que las peladas llegaran, pero no, nunca llegaron, me alcancé a ver hasta dos películas de miedo, en las cuales me dejaron viéndolas sola, pero bueh. Después me quede dormida y ya, fin de mi super día. Lindo día, algo diferente y muy, muy loco. Ah y nos quedamos sin internet.
“No retrocedo, vuelvo más fuerte”
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