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38vo. Día

  • Foto del escritor: Paula Vanessa Pastrana Cubillos
    Paula Vanessa Pastrana Cubillos
  • 24 oct 2017
  • 3 Min. de lectura

“¿Soy lo que vaga en mi mente o lo que dicen mis ojos todos los días en el espejo?”

8 a.m, no quiero despertar, sigo apagando las alarmas, tenía terapia a las 8:30 a.m y no podía ni con las pestañas, me sentía débil y sin ganas de nada, así que le escribo a Jose que no podía ir, que me sentía demasiado mal y me dice que le avise al médico para evitar problemas, porque el siempre reporta lo que hace en el día y si no voy, debe de haber una buena excusa. 9:30 a.m, las peladas craneando el menú para el desayuno, y yo sin poder más, le escribo a Jose que me inyecte, que odio estar así, como atontada y bueh, me hace ir enseguida. Me bañé y vestí de rapidez, me fui cómoda y me dio por llevar una pantaloneta por si acaso me hacía masaje en la rodilla. Cogí transporte porque no daba para pegarme la caminata reflexiva, llegué, Jose comenzó con la burla y amenazadera de multa por llegar tarde, me dice que me cambie y me acueste en la camilla, me hace masaje y cuando ya me iba a cambiar, me mira y “¿aja, que vas a hacer?”, “¡Pa’ la bicicleta hija de Dios!”. ¿WHAT?, eche no puedo ni conmigo misma, me quiero ir a dormir, quedarme en la cama todo el pinche día y ya, no quiero, no quiero, no quiero, NO QUIERO. Está bien, ya voy. Me subió el asiento de la bicicleta 19 centímetros como para hacerme sentir alta, ridículo, mentira, era para ver si podía dar la vuelta con el pedal bien, pero no, sigue rebelde la biónica y bueh, el dolor se multiplicaba cada vez más y ¡dele mamita! Después me puso unos ejercicios de sentadilla, agarrada de una vara, para terminar, subiendo y bajando en un butaco más alto del que siempre usaba, y el sentado, agarrándome la rodilla para doblarla más. Me dejó hasta ahí, porque ya no podía del dolor y la maluquera, me inyectó y pal’ palaceins. Llegué subí por mi desayuno-almuerzo, tape mi almuerzo y baje mi comida, planeaba comerme el almuerzo en la noche. Comimos, me tomé mi nueva proteína, sabe a #$$&%, casi me vomito, me tocó comerme como mil dulces y bueh, me la pase viendo pedazos de pelis e intentando dormir.

Después escribieron en el grupo que había entreno a las 6:30 p.m bueh, quería ir, así que cuando ya se iban a ir, me paré, cambié y me fui con ellas, tenía que despejar la mente y quería verlas entrenar, era feliz, fui feliz. Me reí, hicieron torneo de futbol tenis, me asignaron el papel más importante: la delegada, dícese de anotadora de puntos, para un premio que nunca fue entregado, además de ser la cuidadora de botellas de agua profesional. Terminaron y nos fuimos a ver la clase de aerorumba, y a ver a algunas que estaban en pleno perreo ahí. Me reí más aún, se me olvidó el dolor y todo, hasta que nos tocó pegarnos la caminada de vuelta y bueh, odio esta vaina ey, además que me siento como un robot caminando, tratando de enseñarle a esta pierna rebelde como es caminar con swing, muy sexymente, erda, ¿cuándo aprenderá? Llegamos, comí chocolisto con galleticas, el pastillerío, pijamita y a dormir o ¿morir?

“No retrocedo, vuelvo más fuerte”

 
 
 

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