39vo. Día
- Paula Vanessa Pastrana Cubillos
- 25 oct 2017
- 2 Min. de lectura
"Como aquel lucero brillante en medio de una noche vacía” Mi lugar feliz.
9:30 a.m y ya tocaba levantarse, tenía terapia a las 10:30 a.m. Me levanté, asaré a Espejo que como cosa rara llevaba como mil horas en el baño, desayuné mientras ella salía, salió, me bañé de rapidez, eché el “chinge” porque hoy tocaba después piscineins y listo, ¡pa’ la caminata reflexiva!, con un poco de lluvia. Llegué donde Jose, de mejor ánimo, pero aún con malestar, masaje diabólico, unos cuantos ejercicios para calentar la flexión y llegó el martirio, “boca abajo hija de Dios, que ya vengo yo”. Haga fuerza hacia abajo y hacia arriba con la pierna biónica, mientras él no me dejaba e intentaba fatigarla para forzar la flexión, este pechito llorando y gritando del dolor, mientras los jugadores se asomaban angustiados del dolor y acordándose de lesiones parecidas, un breve receso y vuelva aguante, ¡¿Quién me mandó a jugar fútbol?! Terminamos y pa’ la elíptica, no había hecho esto desde que me operaron y me frustró muchísimo no poder dar el paso normal, no poder flexionar la pierna ni en esta máquina y ¡uh!, dobla erda, ¿Qué más tengo que hacer? Pinche pierna rebelde y su madre. Si, ¡SU MADRE!

5 minutos, 3 veces en cada máquina y después pal’ butaco, baje, suba y parece derecha, mientras contrae el cuádricep fuerte por 10 segundos y el dolor te explota la pierna, y la cabeza al mismo tiempo. Terminé y esperé a Jose porque le debía una invitada a almorzar. Tocó cancelar la pisciniada por la lluvia. Bajó como a la hora, creo que se veía una serie, caminamos hasta el restaurante, comimos, hablamos #$%& un rato, no me dejó pagar, así si me caso y listo, chaolín y ¡pal’ palaceins en dosh! El dolor cada vez es más fuerte, sobre todo cuando termino y me toca irme caminando hasta el hotel, ¡uh!, es horrible, pero bueh, me toca, es parte de la terapia practicar la caminata. Llegué muerta, las peladas me habían guardado almuerzo y aja, toco guardarlo. Me bañé, pijameins y pa’ la cameins. Después decidimos ir a retocarnos los tatuajes que nos habíamos hecho hace poquito, 5 p.m y salimos, llegamos, el man nos lo retocó, casi me muero del dolor, me iba hacer otro pero no me decidí y pal’ palacín. Llegamos, cuadramos el menú para la comida, nos dividimos el trabajo como todas unas profesionales, obviamente yo era la jefe, yo supervisaba muy profesionalmente y bueh, listo, comimos las mejores pastas del mundo, yo me hice mi proteína con chocolisto porque si me sigo tomando esa vaina sola con agua no voy a aguantar, sabe a #$%&% y aun así casi me vomito. Terminamos, hablamos damier y ¡a dormir sumercé!
“No retrocedo, vuelvo más fuerte”
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