56vo. Día
- Paula Vanessa Pastrana Cubillos
- 10 nov 2017
- 3 Min. de lectura
“Aquel amor fugaz, perdido en el tiempo, retumbando en el eco de un corazón ausente, como él silencio de aquel último pétalo cayendo y deshaciendo cada letra de esa historia… ”

9:00 a.m y listo, me desperté de un brinco, ni idea porque y bueh, me bañé, cambié, me tomé el pastillerío, que por cierto ya solo se resume a dos y pronto dejaré de tomar tanta vaina; bajé, me hice cereal con yogurt y en un abrir, y cerrar de ojos ya estaba lleno eso, todo ocupado y bueh, tocaba esperar. Al ratico llegó el médico, me saludó, me revisó y como siempre casi me hace llorar, siempre me da malas noticias, me dijo que no descuidara la extensión y que le preocupaba mucho la flexión, me la dobló como si nada y ví el diablo, la rodilla hasta rebotó y bueh, le pidió a Jose que no me consintiera y ¿WHAT?, si todos los días me hace ver el diablo, ¿Quiere más?, pues sí, me contó historias de peores lesiones y en otras palabras me dijo que me pusiera un trapo en la boca y aguantara hasta que me la doblaran totalmente. Si, claro, como la que sufre soy yo, obvio, ya mismo haré eso. Lo peor es que hasta lo pensé, pero noj, por más que quiera es un dolor que no aguanto mucho y hago todo lo posible por hacerlo, lo juro, igualmente por más que grite y patalee, Jose me la deja de doblar cuando a él se le da la gana, así que no saben que martirio es eso y más por el estrés que genera, sudo más así, que cuando hago las rutinas. Si, es una #$%&. Jose me hizo masajito y pa’ la rutineins, hoy me tocó seguir derecho hasta las 2:00 p.m porque no había piscina para mi terapia, entonces tocó terminar en máquinas.

Joselín tuvo un mal día hoy, así que salió a almorzar, estaba triste y bueh, yo calenté lo que había quedado del almuerzo de ayer y me puse a hacer aseo, creo que es la única forma de alegrarle el día a Jose, porque dulce no podía comer. Terminé muerta, literal, subí, me bañé. Iba a comprar unas cosas al supermercado, pero no, no daba más, así que me acosté y me puse a buscar apartamentos con la ridiculísima para el otro año, pues viviremos las tres, la fiera, la ridiculísima y yo. El trio matador. Y así me la pasé toda la tarde, después decidí ir a cine, tenía muchas ganas de verme una película que ya casi quitaban de cartelera y bueh, compré la boleta por internet y como debía estar una hora antes, a las 9:30 p.m salí directo al centro comercial, que por cierto queda muy cerca. Arrimé al super mercado, pero ya lo estaban cerrando y bueh, tocó comprar maduritos en el cine, si, de esos que cobran más por el empaque, que por lo que trae. Reclamé la boleta y me senté a esperar a que empezará, y como siempre muchos fans me pidieron fotos, autógrafos y aja, tocó. Mentira, mucha carreta, ridícula, lo sé, en fin, me senté y me hice dos levantes matadores, me invitaron a sentarme en su mesa, mientras esperaba la función y pues no, tenía que recibir una llamada y seguir siento antisocial, bien Paula, excelente suerte. En fin, la película empezó como mil horas después, pues resulta que no era a las 10:20 p.m, como decía por internet, sino que era a las 11:00 p.m y no saben la felicidad que tenía. Entré, casi que no, la sala medio vacía y menos mal dos niñas se hicieron al lado mío, obvio para yo cuidarlas y tranquilizarlas cuando se asustaran, ¿ok?, ridículos. Pues no, yo solo decía “verga” y me escurría en el asiento por momentos, mientras las niñas me miraban como, “ridícula, madura” y pues no, eche, aparecían muertos y aja, no me iba a reir, erda. Se acabó, casi me come el coco en el camino al palacio de Joselín, llegué, entré, subí y me dispuse a dormir, caí rendida y aja, ya casi veo a mi familia, ya casi tengo cita de control de cirugía, ya casi es miércoles.
“No retrocedo, vuelvo más fuerte”
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